*Se trata del primer establecimiento creado en México con un ecosistema controlado para la pesca deportiva, rodeado de hermosos paisajes
Guadalupe Juárez
Puebla, Pue.- El viento sopla sobre la cara y la brisa del agua del jagüey brota sobre uno. Enfrente el volcán Popocatépetl.
En los días buenos y si hace frío, se puede ver al volcán tupido de nieve alrededor de su cráter y la fumarola que sale, mientras se espera la pesca de truchas. Esto, en Amatzcalli, en Metepec.
Amatzcalli significa cerro de los magueyes, se encuentra a 10 kilómetros del Pueblo Mágico de Atlixco, cerca del emblemático centro vacacional del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Los fines de semana o los días vacacionales, es común ver a los niños corriendo o dándoles de comer a las truchas en los estanques, mientras sus padres y madres esperan con su caña de pescar en mano atrapar alguna.
Por eso esperan, en silencio, mientras a través del agua se puede observar a las truchas arcoíris nadando contracorriente, hasta que una pique el anzuelo y entonces la cuerda de la caña comience a jalarlos. Si la atrapan, las compararán con las de al lado y si es temporada de concurso, la exhibirán para ver si ganan por el tamaño.
Algunos irán en busca de un anafre, carbón y los condimentos al minisúper o los que hayan llevado para prepararlos ahí mismo, donde las han pescado. Si la cocina no es lo suyo, preferirán que se los preparen.
Otros sólo disfrutan de la vista y del día de campo, o hay quienes acampan y se quedan por varios días, también hacen recorridos en bicicleta.
Unos más prefieren sólo pedir del menú su trucha o mojarra preparada, sin necesidad de pescarlo, pero sí disfrutar de lo que tienen frente así: la brisa, el viento, el aire libre, la sombra de los árboles, las risas de los niños…
La historia del sitio de pesca deportiva se remonta a más de un siglo, cuando una industria textil, considerada la más grande de Latinoamérica, se instaló en Atlixco en 1902. Producía hilados, tejidos y estampados de algodón, pero en 1967 un conflicto sindical los obligó a cerrar.
En 1982, el IMSS remodeló esos edificios estilo inglés y entonces inauguró un centro de rehabilitación para sus trabajadores, para años después convertirlo en un centro vacacional.
Y así nació un corredor turístico, en el que la intención era que llegara hasta una comunidad de nombre Atlimayaya, en donde desarrollaron un jagüey a un lado, donde se asentaría un lugar de pesca deportiva, en el que aprovecharían la vocación piscícola de la región.